Comentario
En León, otra de las grandes catedrales españolas, y la más francesa de cuantas se erigen durante el siglo XIII, hallamos la escultura repartida a lo largo de la triple portada de la fachada occidental, de las tres que se abren en el brazo sur del crucero y de la única existente en el norte. Además, aunque de época algo posterior, aquélla que se reparte por los capiteles del claustro, de gran interés y variedad en lo iconográfico, y donde destacan los ciclos hagiográficos. En conjunto, el volumen es mucho mayor que en Burgos y ello obliga a considerar León como una de las grandes canterías del siglo XIII hispánico.
Si en Burgos ya era patente un cierto eclecticismo (influencias de Amiens junto a otras de Reims), en León esto se lleva aún más allá. Se detecta también el influjo de estas dos catedrales, y además, el burgalés. Esto último es patente en especial en la Portada del Juicio, emplazada aquí en el lugar canónico, a los pies de la iglesia. Es ésta una de las razones más interesantes de la catedral, resultado de la colaboración de dos maestros. Uno, activo ya en la Coronería de Burgos, otro de difícil catalogación pero extremadamente interesante por su lenguaje expresionista. Al primero corresponden la Virgen, San Juan y uno de los ángeles del tímpano; al segundo, la figura de Cristo y otro ángel, además del dintel, presidido por una animada composición que responde a las pautas usuales: psicostasis en el centro, a la derecha los castigos infernales, a la izquierda los bienaventurados.
En Navarra o en la Corona de Aragón la afluencia de artistas foráneos conllevó también la penetración de las formas góticas. Tanto en uno como en otro caso el origen mayoritario de los artistas, aunque no el único, es el norte de Francia, pero en Cataluña también es notoria la llegada de artistas italianos, si bien parece que para estancias muy puntuales.
En Navarra, la catedral de Pamplona es el monumento que concentra la mayor parte de los grandes proyectos, aunque no deben olvidarse otros focos como Olite, y destaca en este sentido la escultura del refectorio, las estatuas colocadas hoy en día en la zona alta del claustro, o las distintas portadas de éste. En estas últimas es patente desde lo que pudo corresponder a una penetración de las formas propias de los talleres parisinos de principios del siglo XIV (puerta del refectorio) hasta lo que fue resultado más directo de la aportación de talleres meridionales franceses, el taller de Rieux tolosano, en particular, en la puerta de la Dormición de la Virgen.
En Cataluña, y quizá en el período inmediatamente anterior en el efímero Reino de Mallorca, se asientan maestros de origen nórdico a través de cuya actividad va a introducirse el gótico que se instala sobre una tradición tardorrománica local extremadamente degradada. Aunque es ésta una época de grandes proyectos arquitectónicos (se construyen las catedrales de Gerona, Barcelona, y numerosas fábricas de casas mendicantes), la escultura se reduce en los mismos a las portadas, no muy desarrolladas por cierto, y a las claves de bóveda. Esto obliga a buscar la impronta de los artífices en el ámbito de los sepulcros monumentales, en las esculturas de devoción y en los retablos.
Jean de Tournay, Aloy de Montbray, oriundo de Flandes, y Pedro de Guines, de igual procedencia, son algunos de estos artistas de cuya maestría acaban surgiendo los primeros escultores góticos autóctonos, entre los que se cuenta por derecho propio Jaume Cascalls. Junto a ellos, la presencia de otros originarios en la cripta de la catedral de Barcelona y, obra en su primera fase de un maestro de "partibus pisarum", es paradigmático de ello.